martes, 10 de febrero de 2009

Atrapado en el timepo:



Atrapado en el tiempo

Dejando a un lado su evidente éxito en el género de la comedia, Atrapado en el tiempo ha sido y será siempre una de esas películas que recuerdo durante horas, días, o semanas después de haberla visto por última vez. Da que pensar.

La pelicula trata de que el amigo Phil lo prueba todo; se suicida, hace el amor con quien desea, come dos toneladas de pasteles, se fuma diez cajetillas al día, aprende a tocar el piano, elabora estatuas de hielo o conduce por las vías del tren. Y aún así, aunque alcanza la inmortalidad, está incompleto.

Creo que a todos nos gustaría que nos regalasen un dos de febrero infinito para poder arreglar las verdades que más nos duelen. Los minutos del film que Bill Murray emplea para ligarse a la guapísima Andy McDowell son todo un ejercicio práctico. Creo que muchos nos vemos reflejados en esas imágenes, recibiendo tortazos o empleando engaños a la par que nos vamos enamorando lentamente de la persona que tenemos enfrente. Siempre me pregunto que hubiése ocurrido si no hubiera dicho aquella frase, realizado aquel gesto, o actuado de aquella manera en aquel momento puntual que me hizo perder a algunas mujeres importantes de mi vida. ¿Cómo lo hubiera corregido? ¿Qué hubiese dicho en aquel instanteºº? ¿Estaría ahora con ella? Por ello envidio al personaje de esta película, porque aunque nos muestran ciencia ficción, siempre consigue hacerme soñar y modelar el pasado a mi antojo, y que las decisiones erróneas tomadas se vuelvan ventajosas e idílicas en casi todos los campos de mi vida, amén de sentir ese equilibrio que sólo los místicos alcanzan convirtiéndome en una persona mejor. Esta cinta me hace soñar.

En el aspecto técnico del film se nota a la legua que la producción de la obra está cuidada con mimo. El montaje, uno de sus puntos fuertes, acelera la cinta justo dónde debe, y Harold Ramis nos ofrece una excelente dirección con los actores. Una película que me quema el alma por todos los errores sin solución que he cometido en mi vida. El purgatorio hecho cine.

Cómo hablar de los libros que no se han leído

Bayard, Pierre

Quienes acudan a este libro para encandilar a sus profe­sores, amigos o amantes con disquisiciones librescas ad­quiridas sin esfuerzo, habrán cometido un error: el ensa­yo de Bayard es en realidad una estimulante reflexión a propósito de qué significa la lectura. Para resolver ese enigma, el autor se impone como tarea desenmascarar uno de los tabúes sociales más extendidos: el hecho de que en algún momento de nuestras vidas todos haya­mos fingido haber leído un libro que nunca fue abierto. Bayard no sólo asume con naturalidad nuestra sempi ­terna condición de no-lectores (por mucho que seamos devoradores de libros, el número de lecturas pendientes siempre será mayor), sino que convierte esa en aparien­cia vergonzante no-lectura en el núcleo mismo de la lec­tura y, mediante un bucle paradójico, no duda en invo­car las intuiciones contenidas en libros de Musil, Wilde, Valéry, Montaigne o Lodge acerca de la fecundidad del olvido, la inconveniencia de la lectura o la capacidad creadora del lector (o no-lector). «Bayard no está tan interesado en que la gente lea los libros de otros como en el hecho de que toda lectura (o no-lectura, o lectura imperfecta) contenga una dimen­sión creativa y en que, para todo libro, el lector ponga siempre algo de su parte»

Miguel de Cervantes



Miguel de Cervantes Saavedra fue un novelista, poeta y dramaturgo español. Supónese que nació el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares y murió el 22 de abril de 1616 en Madrid, pero fue enterrado el 23 de abril y popularmente se conoce esta fecha como la de su muerte. Es considerado la máxima figura de la literatura española. Es universalmente conocido, sobre todo por haber escrito El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal. Se le ha dado el sobrenombre de Príncipe de los Ingenio.

Se supone que Miguel de Cervantes nació en Alcalá de Henares.El día exacto de su nacimiento es desconocido, aunque es probable que naciera el 29 de septiembre, fecha en que se celebra la fiesta del arcángel San Miguel, por la tradición de recibir el nombre del santoral. Miguel de Cervantes fue bautizado en Alcalá de Henares (España) el 9 de octubre de 1547, en la parroquia de Santa María la Mayor.

Su padre, de ascendencia cordobesa y de antepasados gallegos, se llamaba Rodrigo de Cervantes y era cirujano, oficio más parecido al actual practicante que a nuestra idea de médico. Según Américo Castro, Daniel Eisenberg y otros cervantistas, Cervantes tiene ascendencia conversa por ambas líneas familiares. Por el contrario, Jean Canavaggio afirma que no está probado, y lo compara con los documentos que apoyan esta ascendencia, sin lugar a dudas para Mateo Alemán. Su madre fue Leonor de Cortinas, de la cual apenas se sabe nada. Sus hermanos fueron Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546), que llegó a ser priora de un convento carmelita; Rodrigo (1550), también soldado, que le acompañó en el cautiverio argelino; Magdalena (1554) y Juan, sólo conocido porque su padre lo menciona en el testamento.

Hacia 1551, Rodrigo de Cervantes se trasladó con su familia a Valladolid. Por deudas, estuvo preso varios meses y sus bienes fueron embargados. En 1556 se dirigió a Córdoba para recoger la herencia de Juan de Cervantes, abuelo del escritor, y huir de los acreedores.

No existen datos precisos sobre los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que, sin duda, no llegaron a ser universitarios. Parece ser que pudo haber estudiado en Valladolid, Córdoba o Sevilla. También es posible que estudiara en la Compañía de Jesús, ya que en la novela El coloquio de los perros elabora una descripción de un colegio de jesuitas que parece una alusión a su vida estudiantil.

En 1566 se establece en Madrid. Asiste al Estudio de la Villa, regentado por el catedrático de gramática Juan López de Hoyos, quien en 1569 publicó un libro sobre la enfermedad y muerte de la reina doña Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. López de Hoyos incluye en ese libro tres poesías de Cervantes, nuestro caro y amado discípulo. Esas son sus primeras manifestaciones literarias. En estos años Cervantes se aficionó al teatro viendo las representaciones de Lope de Rueda y, según declara en la segunda parte de Don Quijote.